sábado, 25 de mayo de 2013

VIENTO EN POPA

Tras estar taaan encantadas de la vida, seguimos  nuestro camino hacia nuestra primera meta, Sydney.



Tras pedalear por el magnífico puente Grand Pacific Drive llegamos a la cuesta más empinada y larga de toda nuestra travesia. Por falta de tiempo, por las ganas de llegar a Sydney y encontrarnos con la familia de Margot y por varias razones más, los ultimos kilómetros los decidimos hacer en el cercanias.

El casco que nos compramos es tan ligero que ni lo notamos, y eso tiene sus ventajas y desventajas. Una de las desventajas es que cuando nos bajamos de la bici siempre se nos olvida quitárnoslo, por lo que al final acabamos siendo las tontas que entramos a todos los lugares con el puesto.



Vemos por la ventanilla el cambio drástico que damos. De estar un mes en los pueblos más pequeños de Australia, completamente aisladas en algunas ocasiones, llegamos a la gran ciudad. Desiorientadas y un poco pueblerinas, salimos del cercanias y buscamos el hotel donde nos esperan los tios y primo de margot; Marisa, Fernando y Pedro.



Publicamente les damos las gracias por ese magnifico fin de semana. Descansamos y repusimos pilas de la mejor manera. En familia, en español, con rica comida y cómoda cama.





Eso si, en todo el fin de semana no paramos. Tuvimos la suerte de ir a ver un espectáculo de ballet moderno, de cruzar el puente, de ir de compras y de navegar con un viejo amigo del colegio de Fernando.


















Se nos pasó el tiempo rapidísimo, y de nuevo nos tuvimos que poner en marcha hacia nuestra segunda meta, Byron Bay. Aunque nada más salir del hotel, ya tuvimos nuestro primer problema. El pulpo que utilizamos para sujetar las cosas a la bici se enganchó en una de las ruedas y rompió el freno trasero de la bici de Natalia. Pero cómo no, un australiano nos vio con problemas, se paró y nos ayudó.  Daba casualidad que se dedicaba al mundo de la bici, por lo que nos lo arregló y seguimos nuestro camino!



Nuestra siguiente parada fue Nelson Bay, la cual conocimos de la mano de una maravillosa pareja que conocimos a través de warmshower , Brian y Doris. Él, un aficionado de las bicis, se quedó alucinando cuando nos vio. No se podía creer que sin tener ninguna experiencia con bicis, sin haber entrenado nada de nada antes, hubieramos sido capaces de hacer 1.000km.



Tan alucinado se quedó, que hasta pesó nuestras bicis con mochilas incluidas para saber exactamente lo que pesaban. Y no sólo eso, si no que se las llevó a las dos a su amigo el mecánico para que las pusiera a punto.



Tanto pesan, que hasta nosotras nos impacto. 43 kilos cada bici, pero por más que pensamos y pensamos no sabemos que podemos dejar. Tampoco llevamos tantas cosas:

Ropa (4 camisetas, un pijama, dos leggins y sudadera y ropa interior)
Saco de dormir
Esterilla
Campingas
Sarten y olla (pequeñas)
Jabón y champu (cepillo dientes y demás...)
calcetines (los compartimos)
bikini y pareo
Un poco de comida
"Electrodomesticos" (camaras de fotso y esas cosas)

Este es todo nuestro inventario, y aunque parezca mentira, todo pesa 43 kilos. Eso si, siempre nos las arreglamos si tenemos que ponernos de gala como en el ballet. Mezclamos un par de cosas y gracias a Danieluski que nos regaló un par de cositas en Melbourne, sobrevivimos a los días de gala.

La despedida de Doris y Brian fue muy triste, porque la verdad que estuvimos super agusto con ellos, nos lo pasamos genial y nos trataron como a hijas. ¡Muchas gracias chicos!



Seguimos, siempre sin perder el norte, y nuestra siguiente parada es en Mungo Brush. Aqui dormimos en un campig precioso y tuvimos la suerte de ver por primera vez a un Dingo. Bueno, suerte suerte, tuvimos porque era amigable, pero hay que tener cuidado con ellos. Son perros salvajes y pueden llegar a ser bastante agresivos. Eso sí, las vistas que tuvimos al atardecer del lago, fueron preciosas.




Seguimos ruta y tras un par de días por ahí perdidas en campings y cogiendo caminos de piedras y arena de playa, llegamos a un lugar idílico.
Point Plomer, un camping en medio de la nada, justo en el mar, pero camping de verdad, nada de caravanas y autobuses-casa ni nada de esas cosas que nos encontramos por el camino. Camping de los de antaño, de pica y toldo.

Lo malo es que fuimos tontas y sólo nos quedamos para comer, pensando que la parada que teniamos planeada para dormir iba a ser igual. Cosa que no fue. El camping era carisimo, y lleno de caravanas. Asi que para calmar nuestra rabia decidimos cenar unos bonitos chuletones.

Claro mi cara al ver el pedazo chuletón que había comprado Nataluski, y que no sólo había comprado uno, si no que la tía ni corta ni perezosa le pidió al carnicero dos piezas de 500 GRAMOS.



La encargada en ir a la carniceria fue Natalia y madre mia que chuletones. 500 gramos de carne roja que nos metimos entre pecho y espalda cada una, con algunas verduritas que cocinamos también en la barbacoa. Lo que hemos aprendido después de tanto tiempo es que no podemos hacer la compra con hambre, porque está visto que cada vez que hacemos la compra con hambre, compramos con los ojos.
Y así estamos que ni adelgazamos ni nada. Mucho músculo y todo eso, pero aqui pesamos las dos lo mismo que cuando empezamos, por no decir que puede que pesemos hasta más.

Y como anécdota graciosa (ahora claro, porque en el momento no fu tan gracioso), nuestra pelea con la naturaleza. Los possums (zarigüeyas) nos llevan persiguiendo todo el viaje, y ya hemos tenido varios incidentes con las bolsas de basura Pero el otro día fuimos atacadas por un canguro.



Estábamos nosotras tan ricamente en un camping de un Parque Nacional en South West Rocks,



cuando un cangurito (de 1 metro y pico) se va acercando poco a poco a nosotras. Al principio fue divertido, pero al final fuimos nosotras las que nos tuvimos que ir para dejarle espacio en la mesa de picnic. Nos tocó todo, olió todo y el cabroncete lo único que se comió fue el pan recién horneado, comprado nada más salir del horno.

Ahora que nosotras no nos quedamos sin pan, justo después de pedir ayuda y mientras el tío mantenía a raya al canguro, lo primero que hicimos fue a por el pan bimbo y ver que por lo menos 4 rebanadas se podían salvar para el desayuno.

ESTAS SON NUESTRAS NUEVAS ADQUISICIONES



Dos preciosas cañas de pescar. Desde que aterrizamos en Australia no hemos visto más que tiendas de pesca y gente con sus cañas por todos lados. Así que en cuanto tuvimos ocasión de introducirnos en este mundillo no perdimos la oportunidad.

Nuestra nueva amiga Cerene nos llevó a pescar el otro día, y aunque lo único que pescamos fue una bonita tortuga. Si familia y amigos, una tortuga. ¿Quién pesca una tortuga? la verdad que lo pasamos mal por ella, menos mal que la conseguimos salvar sin mucho sufrimiento y tirarla otra vez al rio. Lo que no sabemos es cómo reaccionemos cuando pesquemos un pez, no sabemos si seremos capaces de matarlo y comérnoslo. Bueno, siempre y cuando pesquemos algo, porque las cañas que nos hemos comprado no son precisamente buenas.

Eso sí, nosotras aquí seguimos, encantadas de la vida con nuestras otras dos adquisiciones




(Los gorros, para los que no lo hayan pillado)




lunes, 29 de abril de 2013

MERIMBULA - BAWLEY POINT 230 KM

Llegamos a Merimbula haciendo autoestop, como ya explicamos, el tema de los fuegos forestales y el humo nos impidió hacer ese tramo en bici, y como aquí meter la bici en un autobus es imposible y no hay otro tipo de transporte público, pues ahí nos pusimos nosotras, en Cann River a hacer hitch hiking!

Al llegar a Merimbula, un preciosa ciudad de turismo australiano, nos fuimos directas a un camping, que resultó ser carísimo.

Es una de las cosas por las que más nos quejamos aquí, los campings son demasiado caros y en vez de pagar por persona y por tienda pagas por sitio. Ese sistema te sale muy rentable si viajas en caravana con toda la familia, pero si viajas con una mini tienda y dos bicis es un precio totalmente desproporcionado!

Bueno, el caso, que ahí estábamos nosotras, en la puerta del camping viendo las diferentes posibilidades de alojamiento, cuando se nos acerca un tipo y nos empieza a preguntar que a dónde vamos, de dónde venimos, de dónde somos y las típicas pregunta que ya contestamos mecánicamente. Estamos un rato hablando con él y al final le preguntamos si sabe dónde podemos acampar gratis o en un sitio más económico. Nos explica un par de sitios y al final se ofrece a dejarnos acampar en su jardín si no encontramos otra cosa mejor. Ni cortas ni perezosas acabamos en su casa con sus dos hijas encantadas de la vida!



Este tipo, Jase, nos llevó a dar una vuelta por Merimbula y luego nos consiguió alojamiento con diferentes amigos suyos a lo largo de la costa, la verdad que encantador!


Gracias a él, conocimos a David, un rockero de la vieja escuela que nos alojó en su pedazo de casa en el parque nacional de Bournda Park. El parque es alucinante, eso sí, repleto de mosquitos y canguros. Pero el lago y la playa son de película.























Como con la bici nos lo tomamos con calma, Jase y su hija vinieron en coche el mismo dia a casa de David para cenar todos juntos. Cocinamos unas pizzas riquísimas que acabó siendo casi una competición, de a ver quién hacía la mejor pizza. Por supuesto la más sabrosa fue la de las españolas!






Y por fin Natalia realizó su sueño de tumbarse en una hamaca durante un rato, y que mejor compañía a su lado que un perro y un centenar de canguros!




Que por cierto todo sea dicho de paso, ya habremos visto como un millar de canguros. Salen de todas partes, y si familia, si, te los encuentras en los jardines de las casa, ahí como quien no quiere la cosa. 

Tras despedirnos por segunda vez de Jase y su hija y por primera y última de David el rockero y su hijo Harry, seguimos pedaleando hacia el norte. Nuestra siguiente parada es Tathra. Aquí nos espera nuestro siguiente Couchsurfing, MARK. 

El profesor de bachillerato más motivado que hemos conocido nunca. Su casa es perfecta, un cuarto de baño enorme, un salón/cocina totalmente equipado, libros, postales y notitas por todas las paredes, aaahhh y por supuesto todos los muebles de segunda mano y antigüedades.


La primera noche le cocinamos una tortilla de patata y las dos siguientes noches nos cocinó él deliciosas ensaladas de todo un poco. Fue genial, Sharky, como le llaman sus amigos es total, tiene una colección de gafas de colores y mil camisetas para llamar la atención de sus alumnos, y adora el naranja!

Y de nuevo la sorpresa de conocer y conocer gente. Gracias a Sharky, conocimos a su amigo loco profesor de ciencias!

Un enamorado del ciclismo y del kayak. que nos invitó a comer y nos dio mogollón de información sobre las diferentes rutas que podíamos hacer y lo más importante, nos dijo más o menos cómo son las carreteras que nos íbamos a encontrar desde el punto de vista de un ciclista!!!




Muchas veces la gente nos dice cómo son las carreteras, pero lo que no se dan cuenta es que esas mismas carreteras son completamente diferentes si vas en bici. Por lo general se suelen olvidar de toooodas las cuestas grandes y empinadas y te explican las cuestas más pequeñas, o lo que pasa mucho es que te dicen que es todo plano, cuando en realidad es todo el rato cuesta pa' riba cuesta pa'bajo!


Nuestro siguiente destino fue Picnic Point, un camping apartado en medio de la nada y dentro de, cómo  no, un Parque Nacional. 
Ahí intentamos hacer nuestro primer fuego a la manera tradicional, pero tenemos que reconocer que fue completamente un desastre. Eso sí, las vistas por la mañana no tenían desperdicio.





Tras dejar este maravillos paisaje, seguimos rumbo al norte, y esta vez la sorpresa no fue para nada agradable.

Durante el camino tuvimos un pequeño incidente, que para Natalia fue graciosisimo, pero para Margot no tanto.
Tenemos que explicar que no fue por patosa, si no porque el peso de nuestras bicis está mal equilibrado. Todo el peso lo llevamos en la rueda de atrás, por falta de alforjas delanteras, por lo que cuando estamos subiendo una cuesta la bici nos suele hacer caballito, y en una de esas cuestas empinadas del infierno la bici de Margot hizo caballito y acabó en el suelo.


La siguiente mala noticia fue el diluvio universal que nos cayó en Narooma. Lo que se suponía que iba a ser nuestro día de descanso acabó siendo una pesadilla. Todo empezó muy bien, con nuestra barbacoa, y las super hamburguesas que nos hicimos, pero nada más terminar de cenar.... DILUVIÓ!






Estuvo lloviendo desde las 5 de la tarde del jueves hasta la madrugada del sábado. Lo peor de todo es que nos pilló haciendo camping. La tienda que tenemos está muy bien, el único problema que tiene es que es enana, y dentro sólo tienes la opción de estar tumbado. Por lo que estuvimos tumbadas más de 30 horas, cayéndonos encima diluvio, truenos y relámpagos. Fue toda una pesadilla, por la noche no conseguimos dormir nada por miedo a que la tienda se volara, y lo peor de todo es que de tanto agua, al final la lluvia consiguió entrar en nuestra "casita". Nos despertamos con todo mojado y un lago al rededor de la tienda.



Lo más desagradable fue tener que cocinar en el baño, porque en el camping donde estábamos no había cocina y nuestra única solución para poder comer algo durante la tormenta fue desayunar, comer y cenar en el baño.



Pasada la tormenta, llegó la calma y seguimos nuestro camino hasta el siguiente pueblo, Dalmeny, donde nos quedamos en casa de Lenna y Georgia, su hija. Nos quedamos con ellas dos noches, y la verdad que ahí si que pudimos descansar algo. Cocinamos pizzas y pisto. 



La siguiente parada fue Tuross Head, y esta vez lo conocimos de la mano de un jubilado y su mujer, a los cuales les encanta tener gente en su casa. El pueblo es precioso y cada vez nos queda más claro que la mejor forma de conocer un lugar es acompañado de un local.

Jen e Lei, la pareja que nos acogió en Tuross Head nos invitaron a cenar y Jen cocinó una pasta deliciosa que la compartimos con unos cuantos vasos de vino blanco, que por cierto a Natalia se le subieron a a la cabeza!





¡Cada vez estamos más cerca de nuestra primera meta, Sydney!





Nuestra siguiente parada fue con una familia numerosa en Bawley Point. Con ellos nos quedamos dos noches durmiendo en su caravana, que por cierto nos encantó. Lo bueno que tuvimos es que nos coincidió en fin de semana y estaba toda la familia, por lo que tuvimos un domingo familiar perfecto. Algo que de verdad echamos de menos, un domingo en familia.


Los hijos nos intentaron enseñar a hacer surf, y luego con los padres nos hicieron un recorrido por el pueblo y las playas seguido de una comida ligera y una buena siesta!





Gracias a ellos conseguimos alojamiento en Ulladulla, donde estamos con Sam, un compañero de trabajo de Baz, el señor que sale en la foto con una gorra, que es el padre de familia. 

Así que aquí estamos encantadas de la vida y a las puertas de Sydney donde nos encontraremos con los tíos y primo de Margot e intentaremos descansar un poco de las bicis, que ha decir verdad es agotador!